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Miércoles, marzo de 02 2011 15: 16

Ergonomía hospitalaria: una revisión

Autora: Madeleine R. Estryn-Béhar

La ergonomía es una ciencia aplicada que se ocupa de la adecuación del trabajo y del lugar de trabajo a las características y capacidades del trabajador para que pueda desempeñar las funciones del puesto de manera eficaz y segura. Aborda las capacidades físicas del trabajador en relación con los requisitos físicos del trabajo (por ejemplo, fuerza, resistencia, destreza, flexibilidad, capacidad para tolerar posiciones y posturas, agudeza visual y auditiva), así como su estado mental y emocional en relación a la forma en que se organiza el trabajo (por ejemplo, horarios de trabajo, carga de trabajo y estrés relacionado con el trabajo). Idealmente, se hacen adaptaciones al mobiliario, equipo y herramientas utilizadas por el trabajador y al ambiente de trabajo para permitir que el trabajador se desempeñe adecuadamente sin riesgo para sí mismo, sus compañeros de trabajo y el público. En ocasiones, es necesario mejorar la adaptación del trabajador al puesto de trabajo mediante, por ejemplo, una formación especial y el uso de equipos de protección individual.

Desde mediados de la década de 1970, se ha ampliado la aplicación de la ergonomía a los trabajadores de hospitales. Ahora está dirigido a aquellos involucrados en la atención directa del paciente (p. ej., médicos y enfermeras), aquellos involucrados en servicios auxiliares (p. ej., técnicos, personal de laboratorio, farmacéuticos y trabajadores sociales) y aquellos que brindan servicios de apoyo (p. ej., personal administrativo y de oficina, personal de servicio de alimentos, personal de limpieza, trabajadores de mantenimiento y personal de seguridad).

Se ha llevado a cabo una amplia investigación sobre la ergonomía de la hospitalización, y la mayoría de los estudios intentan identificar hasta qué punto los administradores del hospital deben permitir la libertad del personal del hospital en el desarrollo de estrategias para conciliar una carga de trabajo aceptable con una buena calidad de atención. La ergonomía participativa se ha generalizado cada vez más en los hospitales en los últimos años. Más concretamente, se han reorganizado las salas a partir de análisis ergonómicos de la actividad realizados en colaboración con personal médico y paramédico, y se ha utilizado la ergonomía participativa como base para la adaptación de equipos para su uso sanitario.

En los estudios de ergonomía hospitalaria, el análisis de la estación de trabajo debe extenderse al menos al nivel departamental: la distancia entre las habitaciones y la cantidad y ubicación del equipo son consideraciones cruciales.

El esfuerzo físico es uno de los principales determinantes de la salud de los trabajadores sanitarios y de la calidad de la atención que dispensan. Dicho esto, también se deben abordar las frecuentes interrupciones que dificultan el cuidado y el efecto de los factores psicológicos asociados al enfrentamiento con la enfermedad grave, el envejecimiento y la muerte. Dar cuenta de todos estos factores es una tarea difícil, pero los enfoques que se centran solo en factores individuales no lograrán mejorar ni las condiciones de trabajo ni la calidad de la atención. Asimismo, la percepción de los pacientes sobre la calidad de su estancia hospitalaria está determinada por la eficacia de la atención que reciben, su relación con los médicos y demás personal, la alimentación y el entorno arquitectónico.

Básico para la ergonomía hospitalaria es el estudio de la suma y la interacción de factores personales (p. ej., fatiga, estado físico, edad y entrenamiento) y factores circunstanciales (p. ej., organización del trabajo, horario, distribución del piso, mobiliario, equipo, comunicación y apoyo psicológico dentro del trabajo). equipo), que se combinan para afectar el desempeño del trabajo. La identificación precisa del trabajo real realizado por los trabajadores de la salud depende de la observación ergonómica de jornadas laborales completas y la recopilación de información válida y objetiva sobre los movimientos, las posturas, el rendimiento cognitivo y el control emocional necesarios para satisfacer los requisitos del trabajo. Esto ayuda a detectar factores que pueden interferir en un trabajo eficaz, seguro, cómodo y saludable. Este enfoque también arroja luz sobre la posibilidad de que los trabajadores sufran o disfruten de su trabajo. Las recomendaciones finales deben tener en cuenta la interdependencia de los distintos profesionales y auxiliares que atienden a un mismo paciente.

Estas consideraciones sientan las bases para futuras investigaciones específicas. El análisis de la tensión relacionada con el uso de equipos básicos (p. ej., camas, carritos de comida y equipos móviles de rayos X) puede ayudar a aclarar las condiciones de uso aceptable. Las mediciones de los niveles de iluminación pueden complementarse con información sobre el tamaño y el contraste de las etiquetas de los medicamentos, por ejemplo. Cuando las alarmas emitidas por diferentes equipos de la unidad de cuidados intensivos pueden confundirse, el análisis de su espectro acústico puede resultar útil. La informatización de las historias clínicas de los pacientes no debe llevarse a cabo a menos que se hayan analizado las estructuras formales e informales de apoyo a la información. La interdependencia de los diversos elementos del entorno de trabajo de un cuidador dado siempre debe tenerse en cuenta al analizar factores aislados.

Es esencial el análisis de la interacción de los diferentes factores que influyen en la atención: tensión física, tensión cognitiva, tensión afectiva, programación, ambiente, arquitectura y protocolos de higiene. Es importante adaptar los horarios y las áreas comunes de trabajo a las necesidades del equipo de trabajo para intentar mejorar el manejo integral del paciente. La ergonomía participativa es una forma de utilizar información específica para lograr mejoras amplias y relevantes en la calidad de la atención y en la vida laboral. Involucrar a todas las categorías de personal en las etapas clave de la búsqueda de soluciones ayuda a garantizar que las modificaciones finalmente adoptadas cuenten con todo su apoyo.

Posturas de Trabajo

Estudios epidemiológicos de trastornos articulares y musculoesqueléticos. Varios estudios epidemiológicos han indicado que las posturas y técnicas de manejo inapropiadas están asociadas con una duplicación del número de problemas de espalda, articulaciones y músculos que requieren tratamiento y tiempo fuera del trabajo. Este fenómeno, discutido con mayor detalle en otra parte de este capítulo y Enciclopedia, se relaciona con el desgaste físico y cognitivo.

Las condiciones de trabajo difieren de un país a otro. Siegel et al. (1993) compararon las condiciones en Alemania y Noruega y encontraron que el 51% de las enfermeras alemanas, pero solo el 24% de las enfermeras noruegas, sufrían dolor lumbar en un día determinado. Las condiciones de trabajo en los dos países diferían; sin embargo, en los hospitales alemanes, la relación paciente-enfermera era el doble y el número de camas de altura ajustable era la mitad que en los hospitales noruegos, y menos enfermeras tenían equipos para el manejo de pacientes (78 % frente al 87 % en los hospitales noruegos).

Estudios epidemiológicos del embarazo y su resultado. Debido a que la fuerza laboral del hospital suele ser predominantemente femenina, la influencia del trabajo en el embarazo a menudo se convierte en un tema importante (consulte los artículos sobre el embarazo y el trabajo en otras partes de este artículo). Enciclopedia). Saurel-Cubizolles et al. (1985) en Francia, por ejemplo, estudiaron a 621 mujeres que regresaron al trabajo hospitalario después de dar a luz y encontraron que una tasa más alta de partos prematuros estaba asociada con tareas domésticas pesadas (por ejemplo, limpieza de ventanas y pisos), transporte de cargas pesadas y largos períodos de tiempo. de pie Cuando se combinaron estas tareas, se incrementó la tasa de nacimientos prematuros: 6% cuando interviene solo uno de estos factores y hasta 21% cuando intervienen dos o tres. Estas diferencias siguen siendo significativas tras el ajuste por antigüedad, características sociodemográficas y nivel profesional. Estos factores también se asociaron con una mayor frecuencia de contracciones, más ingresos hospitalarios durante el embarazo y, en promedio, una licencia por enfermedad más prolongada.

En Sri Lanka, Senevirane y Fernando (1994) compararon 130 embarazos de 100 enfermeras y 126 de oficinistas cuyos trabajos presumiblemente eran más sedentarios; los antecedentes socioeconómicos y el uso de la atención prenatal fueron similares para ambos grupos. Los índices de probabilidad de complicaciones del embarazo (2.18) y parto prematuro (5.64) fueron altos entre los funcionarios de enfermería.

Observación Ergonómica de Jornadas Laborales

El efecto del esfuerzo físico en los trabajadores de la salud se ha demostrado a través de la observación continua de los días de trabajo. Investigaciones en Bélgica (Malchaire 1992), Francia (Estryn-Béhar y Fouillot 1990a) y Checoslovaquia (Hubacova, Borsky y Strelka 1992) han demostrado que los trabajadores de la salud pasan de 60 a 80% de su jornada laboral de pie (ver tabla 1). Se observó que las enfermeras belgas pasaban aproximadamente el 10 % de su jornada laboral inclinadas; Las enfermeras checoslovacas dedicaron el 11 % de su jornada laboral a posicionar a los pacientes; y las enfermeras francesas pasaban del 16 al 24 % de su jornada laboral en posiciones incómodas, como agacharse o en cuclillas, o con los brazos levantados o cargados.

Tabla 1. Distribución del tiempo de las enfermeras en tres estudios

 

Checoslovaquia

Bélgica

Francia

Escritores

Hubacova, Borsky y Strelka 1992*

Malchaire 1992**

Estryn-Béhar y
Fouillot 1990a***

Departamentos

5 departamentos médicos y quirúrgicos

Cirugía Cardiovascular

10 médicos y
departamentos quirúrgicos

Tiempo medio de las principales posturas y distancia total recorrida por las enfermeras:

por ciento trabajando
horas de pie y
a pie

76%

Mañana 61%
Tarde 77%
Noche 58%

Mañana 74%
Tarde 82%
Noche 66%

Incluyendo agacharse,
en cuclillas, brazos
levantado, cargado

11%

 

Mañana 16%
Tarde 30%
Noche 24%

De pie flexionado

 

Mañana 11%
Tarde 9%
Noche 8%

 

Distancia recorrida

 

Mañana 4km
Tarde 4km
Noche 7 km

Mañana 7km
Tarde 6km
Noche 5 km

por ciento trabajando
horas con pacientes

Tres turnos: 47%

Mañana 38%
Tarde 31%
Noche 26%

Mañana 24%
Tarde 30%
Noche 27%

Número de observaciones por turno:* 74 observaciones en 3 turnos. ** Mañana: 10 observaciones (8 h); tarde: 10 observaciones (8 h); noche: 10 observaciones (11 h). *** Mañana: 8 observaciones (8 h); tarde: 10 observaciones (8 h); noche: 9 observaciones (10-12 h).

En Francia, las enfermeras del turno de noche pasan algo más de tiempo sentadas, pero terminan su turno haciendo las camas y brindando atención, lo que implica trabajar en posiciones incómodas. Para ello son asistidos por una auxiliar de enfermería, pero esto debe contrastarse con la situación del turno de la mañana, donde estas tareas suelen ser realizadas por dos auxiliares de enfermería. En general, las enfermeras que trabajan en turnos de día pasan menos tiempo en posiciones incómodas. Los auxiliares de enfermería estaban constantemente de pie y las posiciones incómodas, debido en gran parte al equipo inadecuado, representaban del 31 % (turno de la tarde) al 46 % (turno de la mañana) de su tiempo. Las instalaciones para pacientes en estos hospitales universitarios franceses y belgas estaban distribuidas en grandes áreas y consistían en habitaciones que contenían de una a tres camas. Las enfermeras de estas salas caminaban un promedio de 4 a 7 km por día.

La observación ergonómica detallada de jornadas laborales completas (Estryn-Béhar y Hakim-Serfaty 1990) es útil para revelar la interacción de los factores que determinan la calidad de la atención y la forma en que se realiza el trabajo. Considere las situaciones muy diferentes en una unidad de cuidados intensivos pediátricos y una sala de reumatología. En las unidades de reanimación pediátrica, la enfermera pasa el 71 % de su tiempo en las habitaciones de los pacientes y el equipo de cada paciente se guarda en carros individuales abastecidos por auxiliares de enfermería. Las enfermeras de esta sala cambian de ubicación solo 32 veces por turno, recorriendo un total de 2.5 km. Pueden comunicarse con los médicos y otras enfermeras en el salón contiguo o en el puesto de enfermería a través de los intercomunicadores que se han instalado en todas las habitaciones de los pacientes.

Por el contrario, el puesto de enfermería de la planta de reumatología está muy lejos de las habitaciones de los pacientes y la preparación de los cuidados es larga (38% del tiempo de turno). Como resultado, las enfermeras pasan solo el 21% de su tiempo en las habitaciones de los pacientes y cambian de ubicación 128 veces por turno, recorriendo un total de 17 km. Esto ilustra claramente la interrelación entre el esfuerzo físico, los problemas de espalda y los factores organizacionales y psicológicos. Debido a que necesitan moverse rápidamente y obtener equipos e información, las enfermeras solo tienen tiempo para consultas en los pasillos; no hay tiempo para sentarse mientras brindan atención, escuchan a los pacientes y les brindan respuestas personalizadas e integradas.

La observación continua de 18 enfermeras holandesas en salas de estadías prolongadas reveló que pasaban el 60% de su tiempo realizando trabajos físicamente exigentes sin contacto directo con sus pacientes (Engels, Senden y Hertog 1993). La limpieza y la preparación representan la mayor parte del 20% del tiempo descrito como dedicado a actividades "ligeramente peligrosas". En total, el 0.2 % del tiempo de turno se dedicó a posturas que requerían una modificación inmediata y el 1.5 % del tiempo de turno a posturas que requerían una modificación rápida. El contacto con los pacientes fue el tipo de actividad más frecuentemente asociado con estas posturas peligrosas. Los autores recomiendan modificar las prácticas de manejo de pacientes y otras tareas menos peligrosas pero más frecuentes.

Dada la tensión fisiológica del trabajo de los auxiliares de enfermería, la medición continua de la frecuencia cardíaca es un complemento útil para la observación. Raffray (1994) utilizó esta técnica para identificar las tareas domésticas arduas y recomendó no restringir al personal a este tipo de tareas durante todo el día.

El análisis de fatiga electromiográfico (EMG) también es interesante cuando la postura del cuerpo debe permanecer más o menos estática, por ejemplo, durante las operaciones con un endoscopio (Luttman et al. 1996).

Influencia de la arquitectura, el equipamiento y la organización

Shindo (40) demostró la insuficiencia del equipo de enfermería, en particular las camas, en 1992 hospitales japoneses. Además, las habitaciones de los pacientes, tanto las que albergaban de seis a ocho pacientes como las habitaciones individuales reservadas para los muy enfermos, estaban mal distribuidas y eran extremadamente pequeñas. Matsuda (1992) informó que estas observaciones deberían conducir a mejoras en la comodidad, seguridad y eficiencia del trabajo de enfermería.

En un estudio francés (Saurel 1993), el tamaño de las habitaciones de los pacientes fue problemático en 45 de 75 pabellones de estancia media y larga. Los problemas más comunes fueron:

  • falta de espacio (30 pabellones)
  • dificultad para maniobrar camillas de traslado de pacientes (17)
  • espacio inadecuado para muebles (13)
  • la necesidad de sacar camas de la habitación para trasladar pacientes (12)
  • difícil acceso y mala disposición del mobiliario (10)
  • puertas que eran demasiado pequeñas (8)
  • dificultad para moverse entre las camas (8).

 

La superficie media disponible por cama para pacientes y enfermeras está en la raíz de estos problemas y disminuye a medida que aumenta el número de camas por habitación: 12.98 m2, 9.84 m2, 9.60 m2, 8.49 m2 y 7.25 m2 para habitaciones de una, dos, tres, cuatro y más de cuatro camas. Un índice más exacto del área útil disponible para el personal se obtiene restando el área ocupada por las propias camas (1.8 a 2.0 m2) y por otros equipos. El Departamento de Salud francés prescribe una superficie útil de 16 m2 para habitaciones individuales y 22 m2 para habitaciones dobles. El Departamento de Salud de Quebec recomienda 17.8 m2 y 36 m2, respectivamente.

En cuanto a los factores que favorecen el desarrollo de problemas de espalda, los mecanismos de altura variable estuvieron presentes en el 55.1% de las 7,237 camas examinadas; de estos, solo el 10.3% tenían controles eléctricos. Los sistemas de transferencia de pacientes, que reducen el levantamiento, eran raros. Estos sistemas fueron utilizados sistemáticamente por el 18.2% de los 55 distritos que respondieron, y más de la mitad de los distritos informaron que los usaban "rara vez" o "nunca". El 58.5 % de las 65 salas que respondieron informó que la maniobrabilidad de los carritos de comida era "mala" o "bastante mala". No hubo mantenimiento periódico de equipos móviles en 73.3% de 72 salas que respondieron.

En casi la mitad de las salas que respondieron, no había habitaciones con asientos que las enfermeras pudieran usar. En muchos casos, esto parece haberse debido al pequeño tamaño de las habitaciones de los pacientes. Por lo general, solo era posible sentarse en los salones: en 10 unidades, la estación de enfermería en sí no tenía asientos. Sin embargo, 13 unidades reportaron no tener salón y 4 unidades usaron la despensa para este propósito. En 30 distritos, no había asientos en esta sala.

Según las estadísticas de 1992 proporcionadas por la Confederación de Empleados de los Servicios de Salud del Reino Unido (COHSE), el 68.2% de las enfermeras consideraban que no había suficientes elevadores mecánicos de pacientes y ayudantes de manipulación y el 74.5% pensaban que se esperaba que aceptaran problemas de espalda como parte normal de su trabajo.

En Quebec, la Asociación Sectorial Conjunta, Sector de Asuntos Sociales (Association pour la santé et la sécurité du travail, secteur afffaires sociales, ASSTAS) inició su proyecto “Prevención-Planificación-Renovación-Construcción” en 1993 (Villeneuve 1994). Durante 18 meses, se solicitó financiamiento para casi 100 proyectos bipartitos, algunos con un costo de varios millones de dólares. El objetivo de este programa es maximizar las inversiones en prevención abordando los problemas de salud y seguridad al principio de la etapa de diseño de los proyectos de planificación, renovación y diseño.

La asociación completó la modificación de las especificaciones de diseño para las habitaciones de los pacientes en las unidades de atención a largo plazo en 1995. Después de observar que las tres cuartas partes de los accidentes laborales que involucran a las enfermeras ocurren en las habitaciones de los pacientes, la asociación propuso nuevas dimensiones para las habitaciones de los pacientes y nuevos las habitaciones ahora deben proporcionar una cantidad mínima de espacio libre alrededor de las camas y acomodar elevadores de pacientes. Con unas medidas de 4.05 por 4.95 m, las habitaciones son más cuadradas que las antiguas habitaciones rectangulares. Para mejorar el rendimiento, se instalaron elevadores de pacientes montados en el techo, en colaboración con el fabricante.

La asociación también está trabajando en la modificación de las normas de construcción de los baños, donde también se producen muchos accidentes laborales, aunque en menor medida que en las propias habitaciones. Finalmente, se estudia la viabilidad de aplicar revestimientos antideslizantes (con un coeficiente de fricción por encima del estándar mínimo de 0.50) en los pisos, ya que la mejor manera de promover la autonomía del paciente es proporcionar una superficie antideslizante en la que ni ellos ni las enfermeras puedan resbalar. .

Evaluación de equipos que reducen el esfuerzo físico

Se han formulado propuestas para mejorar las camas (Teyssier-Cotte, Rocher y Mereau 1987) y los carritos de comida (Bouhnik et al. 1989), pero su impacto es demasiado limitado. Tintori et al. (1994) estudiaron camas de altura ajustable con elevadores de baúles eléctricos y elevadores de colchones mecánicos. Los elevadores de baúles fueron considerados satisfactorios por el personal y los pacientes, pero los elevadores de colchones fueron muy insatisfactorios, ya que ajustar las camas requería más de ocho pedaladas, cada una de las cuales excedía los estándares de fuerza del pie. Oprimir un botón ubicado cerca de la cabeza del paciente mientras se habla con él o ella es claramente preferible a bombear un pedal ocho veces desde el pie de la cama (ver figura 1). Debido a limitaciones de tiempo, el elevador de colchón a menudo simplemente no se usaba.

Figura 1. Los elevadores de baúles operados electrónicamente en camas reducen efectivamente los accidentes de levantamiento

HCF060F5

B. florete

Van der Star y Voogd (1992) estudiaron a trabajadores de la salud que atendían a 30 pacientes en un nuevo prototipo de cama durante un período de seis semanas. Las observaciones de las posiciones de los trabajadores, la altura de las superficies de trabajo, la interacción física entre las enfermeras y los pacientes y el tamaño del espacio de trabajo se compararon con los datos recopilados en la misma sala durante un período de siete semanas antes de la introducción del prototipo. El uso de los prototipos redujo el tiempo total pasado en posiciones incómodas mientras se lavaba a los pacientes del 40 % al 20 %; para hacer camas las cifras fueron 35% y 5%. Los pacientes también disfrutaban de una mayor autonomía y, a menudo, cambiaban de posición por sí mismos, levantando el tronco o las piernas mediante botones de control eléctricos.

En los hospitales suecos, cada habitación doble está equipada con elevadores de pacientes montados en el techo (Ljungberg, Kilbom y Goran 1989). Programas rigurosos como el Proyecto Abril evalúan la interrelación de las condiciones de trabajo, la organización del trabajo, el establecimiento de una escuela de espalda y la mejora de la condición física (Öhling y Estlund 1995).

En Quebec, ASSTAS desarrolló un enfoque global para el análisis de las condiciones de trabajo que causan problemas de espalda en los hospitales (Villeneuve 1992). Entre 1988 y 1991, este enfoque condujo a modificaciones del entorno de trabajo y el equipo utilizado en 120 salas y una reducción del 30% en la frecuencia y gravedad de las lesiones laborales. En 1994, un análisis de costo-beneficio realizado por la asociación demostró que la implementación sistemática de elevadores de pacientes montados en el techo reduciría los accidentes laborales y aumentaría la productividad, en comparación con el uso continuado de elevadores móviles en tierra (consulte la figura 2).

Figura 2. Uso de grúas para pacientes montadas en el techo para reducir los accidentes de elevación

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Contabilización de la variación individual y actividad facilitadora

La población femenina en Francia generalmente no es muy activa físicamente. De 1,505 enfermeras estudiadas por Estryn-Béhar et al. (1992), el 68% no realizaba actividad deportiva, siendo la inactividad más pronunciada entre las madres y el personal no calificado. En Suecia, se ha informado que los programas de acondicionamiento físico para el personal hospitalario son útiles (Wigaeus Hjelm, Hagberg y Hellstrom 1993), pero solo son factibles si los participantes potenciales no terminan su día de trabajo demasiado cansados ​​para participar.

La adopción de mejores posturas de trabajo también está condicionada por la posibilidad de llevar ropa adecuada (Lempereur 1992). La calidad de los zapatos es particularmente importante. Deben evitarse las suelas duras. Las suelas antideslizantes previenen los accidentes laborales por resbalones y caídas, que en muchos países son la segunda causa de accidentes con baja laboral. Los cubrezapatos o botas mal ajustados usados ​​por el personal de la sala de operaciones para minimizar la acumulación de electricidad estática pueden ser un peligro de caídas.

Los resbalones en pisos nivelados se pueden prevenir usando superficies de piso de bajo deslizamiento que no requieran encerado. El riesgo de resbalones, particularmente en las puertas, también puede reducirse usando técnicas que no dejen el piso húmedo por mucho tiempo. El uso de un trapeador por habitación, recomendado por los departamentos de higiene, es una de esas técnicas y tiene la ventaja adicional de reducir el manejo de cubos de agua.

En el condado de Vasteras (Suecia), la implementación de varias medidas prácticas redujo los síndromes dolorosos y el ausentismo en al menos un 25% (Modig 1992). En los archivos (por ejemplo, salas de registros o archivos), se eliminaron los estantes a nivel del suelo y del techo, y se instaló un tablero deslizante ajustable en el que el personal puede tomar notas mientras consulta los archivos. También se construyó una oficina de recepción equipada con archivos móviles, una computadora y un teléfono. La altura de las unidades de archivo es ajustable, lo que permite a los empleados ajustarlas a sus propias necesidades y facilita la transición de estar sentado a estar de pie durante el trabajo.

Importancia del “anti-lifting”

En muchos países se han propuesto técnicas manuales de manejo de pacientes diseñadas para prevenir lesiones en la espalda. Dados los malos resultados de estas técnicas que se han informado hasta la fecha (Dehlin et al. 1981; Stubbs, Buckle y Hudson 1983), se necesita más trabajo en esta área.

El departamento de kinesiología de la Universidad de Groningen (Países Bajos) ha desarrollado un programa integrado de manejo de pacientes (Landewe y Schröer 1993) que consiste en:

  • reconocimiento de la relación entre el manejo del paciente y la tensión en la espalda
  • demostración del valor del enfoque "anti-levantamiento"
  • sensibilización de los estudiantes de enfermería a lo largo de sus estudios sobre la importancia de evitar la tensión en la espalda
  • el uso de técnicas de resolución de problemas
  • atención a la implementación y evaluación.

 

En el enfoque “anti-lifting”, la resolución de problemas asociados con los traslados de pacientes se basa en el análisis sistemático de todos los aspectos de los traslados, especialmente aquellos relacionados con pacientes, enfermeras, equipos de traslado, trabajo en equipo, condiciones generales de trabajo y barreras ambientales y psicológicas. al uso de elevadores de pacientes (Friele y Knibbe 1993).

La aplicación de la norma europea EN 90/269 del 29 de mayo de 1990 sobre problemas de espalda es un ejemplo de un excelente punto de partida para este enfoque. Además de exigir a los empleadores que implementen estructuras de organización del trabajo apropiadas u otros medios apropiados, particularmente equipos mecánicos, para evitar el manejo manual de cargas por parte de los trabajadores, también enfatiza la importancia de políticas de manejo “sin riesgo” que incorporen capacitación. En la práctica, la adopción de posturas y prácticas de manejo adecuadas depende de la cantidad de espacio funcional, presencia de mobiliario y equipo apropiado, buena colaboración en la organización del trabajo y calidad de la atención, buena condición física y ropa de trabajo cómoda. El efecto neto de estos factores es una mejor prevención de los problemas de espalda.

 

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